Lo que me importa no es mi acercamiento a una realidad sino a un lenguaje. Me importa mucho el que habla, su modo de decir fabricará un mundo que percibiré o no. Lo que diga llega a ser verdad sólo sí primero lo ha sido su tono. No se trata de imágenes. Nunca ha sido mi asunto describir y hacer precisiones sobre un hecho más o menos truculento sino aplicar una escala de tonos como un pintor o un músico armonizan, el resto lo hará quien sea que me acompañe interesándose o no en mi palabra. La literatura trata sobre un lenguaje que yo escucho y que no siempre entiendo. Y el silencio –claro-, es lo más crucial: inicia o termina toda relación. Cuando alguien calla, todas sus palabras toman relieve para que yo sienta su peso verdaderamente cósmico.

Julio 3, 2011


domingo, 13 de noviembre de 2011

poemas

La ideología del poeta

(¡Los adjetivos, señores! ¡Los mares!)
  
Cuando recordé a Gelman. Reloj. Ruido. Tic-tac. Ruiseñor…
Todos mudos

Ya sin miedo de resucitar la palabra,
-y qué arrogante, -me digo-
tan sólo, no solo, solísimo
suscitación muy suave,
puesto a punto, diré: oh ternura
oh mi manera de ser lunático,
mi mancha en el texto muerta

No seré yo, será un limonero
con mis ojos corrosivos de pequeña fuente
rondando su cámara de hortaliza
(parterre del jardín de casa, pienso)
Esa es mi valentía
andar así: quedito, franco, impersonal
planteando mi ideología de poca invectiva (poca monta)
y perro flaco
pero ya sin cuidado mi periplo
de fe inmóvil y muerte pronta
(mi vida impronta, no importa)

Ya lo veo, ya sin miedo, -está escrito:
(oh lo inalcanzable, lo irremediable)
La piedra que el hombre deseche será la piedra angular de mi casa
Ya está:
Mi oración simplísima de niño.

Sábado Maxo 24, 2003


Gertrude

Ésta noche Gertrudis, calle abajo, (oh Arlequín de mí)
te digo: recordé el jardín, las flores de tu cabeza
las blancas parvadas bronceadas.
Mi sombra era la de un niño -aunque bien pudo ser la de un muñeco- cuando hablé
¿Quién pondrá semillas en tu corazón?... Y lo demás,
lo bellamente celeste.
(Oh tus ojos, cómo avanzan en la región tardía).

Me senté a tu mesa con cara de pájaro perdido
idiota o dulce, -me decía (mudo, escarlata, ahogado).
Y cuando por fin comiste respire de verte
con mi cuchara y las pocas voces desapareciendo sin quejas.
Aquél día un sol atigrado echado sobre los techos
dormía y dudaste un momento si lo debías o no
soñar o quedarte con mi silencio

Gertrudis mía como el viento como el fuego que sacudió tu cama.
No supe cuando miraba al cielo idiotizado de tu viaje
de tu beso creciendo en mi boca.
Sin la luz a la orilla de tu ventana quede ciego.
Oh la parvadas de mis ojos, dije sin entenderte
con las boquitas de mis dedos respirando de tu cuerpo.

Marzo 2, 2006, México d.f.


El gato de Schopenhauer

Y la condición fiel de la corriente de cosas
su vibración,  su continuo ser

naturaleza idónea sin pertinencia de la sucesión,
donde no se está
para convertir lo que siempre fue

en temporalidad
      -lo que da nombre
       concepto y división a las cosas-
es la que asume para el mismo patio

para el mismo hombre
el mismo gato.


Nostalgia del fango


Los ladridos de un perro que sufre los roces
de la correa en el cuello
sirven de enlace para el amorío a distancia
-yo en portal de celosía congratulo la dicha-
en tanto en el apartamento contiguo
el serrucho se ahonda en rimas rebanando acaso algún polín robusto
o un calce que equilibre el lecho (Luego del rito chorroborros desenfrenados)

la luna en cenit tras monóculo de niebla sopesa suposiciones
envuelta en capa
(la lógica advierte que la pausa es detención total y lo que dejamos nos deja como niños en vacaciones y pasta italiana anidando sutilezas de hongo y algunas pantomimas decorosas que se guardan de la servilleta blanca)


Plantas sobre antepecho, jaula vacía y escalera amarilla con puerta invisible al fondo.
Matices del día en sepia sobre cristal y marco de aluminio. Diseño rococo de Dani.
1.5m x 1.5m

 En la ventana de Luis, de mirada oscura, parezco una calavera
parezco una calavera cuando fumo
una calavera con niebla en la boca

Cuando fumo parezco una calavera con niebla en la boca
(Las calaveras no tienen labios, sólo dientes algunas)

Aquí el viento, el agua, las bellas flores torcidas, una tórtola equilibrista
con vuelitos de trapecista
desde la baranda
desde el muro      (antepecho)
desde la escalera
se alza        se iza

Allá fondo sepia, claroscuro, un demonio cuando bajo la vista
La pequeña Lilith

Aquí el día con moscas, un gordo
Allá nada el día la noche
Nada
Una terraza sin terraza
Un yo sin mi, espejo no-espejo
Donde nadie habla
(Eso parece ser siempre)
(Eso parece ser)
(Eso parece)


Visión del clima, luego al calor de la noche


                                                        Alguien ha dicho que los dioses no se dignan ocupar
                                  de aquellos que han pisoteado la majestad de las cosas intocables
                        Esquilo:  Orestia: Agamemnón:  Coro: vv.375-377


El día es enmarcado por un alto eucalipto
un pájaro (en acecho entomológico)
y una espalda, que a lo lejos
presiente la tensión de un arco -noche sin luna-

por los filos de la garganta el clima como un aguardiente
perturba los aparatos fónicos
mientras las manos en las mejillas tiemblan por lo bello
-los bellos que paralizan los embates del tiempo-
y las palabras que pudieran irrumpir
por falta de conciencia -la anagnórisis es crucial-

en fríos hirvientes los hombres buscan lumbres
para menguar -si es el caso-
la temperatura en la carne o romper con el hielo de la cortesía extrema

al centro del día yacen las podredumbres
algo de vegetación
algo verde: vaivenes de montura y enroscamiento aderezado

casi por nada se mantiene el hálito mortuorio
y un sutil deseo que al doblar la calle, la mujer acalla

cruzan en pormenores sufridos
pensando nombres
el vino cuando envolvía:   debates:   deberes
los suicidas conservándose fieles  -yo en alto riesgo-

los amantes prefiguran lo que ha de venir al final del día
en el terreno Interregno de espectros:
palpar de dientes, tropiezos, atropellos al pensamiento,
sienten los contornos en vez de suponer sus partes falsas concavidades
(Dejar en claro el eucalipto, el acecho entomológico y la espalda donde moran, perdiéndose, dulces quejidos.)

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Lo mío, lo mío, no es nada. Un par de piecitas de Wim Mertens, un bolígrafo. Nada. Miles de síntomas. Lo que pienso por ahora es de lo más predecible porque la inteligencia es finita. Siempre ha sido la imaginación quien ha hecho la diferencia. La inteligencia siempre puede ser una virtud, también una perversión. La imaginación sólo posibilita un futuro menos arduo.